Olvidemos el argumento infantil y sin sentido, olvidemos las actuaciones de aquellos que no son actores ni por asomo y olvidemos las incoherencias del guión. Si dejamos atrás todo eso, nos quedan las actuaciones de The Beatles interpretando los temas del álbum Help! (eso sí, sin mucha justificación dentro de la historia). Sólo por eso vale la pena tragarse el resto de la película.
En Help! una fan regala a Ringo Starr el anillo ritual de una secta. Sólo eso ya dice bastante de la salud mental de la pobre fan. Quien lleve el anillo en cuestión, que parece un forúnculo infectado y que debe pesar al menos tanto como la mano entera de Ringo (algo muy cómodo para tocar la batería), debe ser sacrificado por la secta. Insisto, ¿en qué demonios estaba pensando la chica? A Ringo eso del sacrificio no le hace demasiada ilusión, pero cuando intenta quitarse el anillo descubre que no hay manera de deshacerse de él. Entonces empieza una persecución digna de un episodio de Benny Hill en que los Beatles, anillo enquistado y guitarra al hombro, son acosados por los mandamases de la secta y también por unos científicos que quieren alcanzar la fama gracias al anillo-forúnculo. La situación da barra libre a los de Liverpool para hacer cuantas payasadas les vengan en gana, parando de vez en cuando para sacar los instrumentos (los musicales) y ponerse a cantar. ¿Que nos persiguen por los Alpes con la intención de cargarse a Ringo? No pasa nada… los despistamos en un plis y entonamos el Ticket to Ride acompañados de ese piano que acaba de aparecer misteriosamente entre la nieve. Y luego, por esas cosas del destino, acabamos en las Bahamas y nos montamos una gran fiesta.
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